miércoles, 26 de enero de 2011

El nombre de la rosa ( La película )

No siempre hablo de todas las películas que veo. Hay algunas que son verdaderas mierdas que no merecen un kilobyte de mi blog (La daga de Rasputín) o simplemente no encuentro la forma de expresaros mi opinión (Banderas de nuestros padres, Cartas desde Iwo Jima). En cambio la que hoy os traigo, ha venido a mi de una forma tan original que merece la pena que os narre la historia...
Cartel de la película

Hace un par de meses, buscando ideas de libros para leer, el novio de una amiga me recomendó "El nombre de la rosa" de Umberto Eco. Sin dudarlo, puse la maquinaria en marcha y estas navidades por fin lo encontré y lo compré. Ahora lo estoy leyendo, lo cual os contaré a su debido momento, pero mi mente no puede sino recordar la película que vi hace bastantes años ya, para ir poniendo caras a los personajes que en el libro se describen. El caso es que para encontrar la película, puse en marcha a una pareja (lectores de este blog), que son grandes aficionados al cine en casa. Y lo son porque tienen un proyector en el salón y las típicas veladas de cine en casa, se convierten para ellos en verdaderas proyecciones a gran formato. Dadas estas premisas, usé todas mis sucias artes para que obtuvieran el film y poder verlo en su casa. La proyección tuvo lugar anoche por fin, previa copiosa cena y abundantes y chocolateados postres, cosa que muchos sabéis, me vuelve loco...

Los personajes están muy bien caracterizados

¿Y la película? Dirigida por Jean-Jacques Annaud (En busca del fuego, Siete años en el Tibet) en el año 1986, cuenta como gran gancho al ya por entonces mítico Sean Connery (Goldfinger, Desde Rusia con amor, La Roca), y al que luego sería una gran estrella Christian Slater.(Robin Hood, príncipe de los ladrones, Entrevista con el vampiro). Es tan oscura como el libro se merece, los personajes secundarios son tan impactantes visualmente como cabría de esperar y la acción crece según avanza la película. A pesar de las críticas recibidas en su momento por no ser una copia fiel del libro, a nuestros ojos modernos (acostumbrados a barbaridades peores) sí que lo parece. Recomendable, porque es cine "ochentero" puro, con sus limitaciones y sus peculiaridades, pero de gran calidad

miércoles, 12 de enero de 2011

Digitalizando una Yamaha XT 350 (¡Autocad power!)

Muy buenas a tod@s. Lo que hoy os traigo, es un poco especial. Ayer, dudando qué hacer con mi tiempo libre (sin carreras y con poco trabajo, hay que llenar las horas con algo...), decidí "digitalizar" una imagen de mi, ya famosa por este blog, Yamaha XT 350. Al acabar, me he dado cuenta de que me puede servir para ir probando distintas modificaciones que tenía pensadas. NO es un modelo en 3D (eso necesita de más de una tarde libre...), pero es suficiente para andar toqueteando detalles de la "cafetera" en cuestión.

Aquí está en su versión original:
Aquí la tenéis con el amortiguador trasero suplementado, para darle mayor altura libre al suelo. La altura del asiento no me preocupa, tengo piernas de sobra...
Y por fín, con el guardabarros delantero "bajo". Esta modificación, mejora la refrigeración del motor (os recuerdo que se refrigera por aire) y mejora la estabilidad a altas velocidades, pues los aguardabarros delanteros elevados, hacen de "efecto vela" y mueven el manillar en carretera. El amortiguador está en posición estandar.

Os recuerdo que las imágenes se pueden agrandar haciendo click en ellas. En próximos días, pondré posibles nuevas decoraciones. Tal cual la veis ahora, es como mi moto.

lunes, 3 de enero de 2011

Ruta en moto: Castillo de las Peñas Negras

Lo bueno de la soledad, es que a uno elige cómo gastar su tiempo. Si un domingo te levantas temprano, porque la noche anterior has tenido un plan CC (cine y caña), puedes ponerte el casco y tras un par de patadas a la palanca de arranque de la cafetera (apodo con el que se conoce cariñosamente a las motos monocilíndricas de 4 tiempos), ponerte en ruta.


El trayecto es pequeño, de 30 kms y por carreteras secundarias, que es donde mi vieja XT 350 disfruta de verdad. Al acercarse al castillo, tras recorrer unos cientos de metros por un camino de condiciones aceptables, uno no puede dejar de pensar en lo dura que tenían que ser las condiciones de vidas de sus habitantes originales. Hoy en día nadie habita estos castillos medievales, pero si tienen suerte, algún ayuntamiento se apiada de ellos y los restaura con más imaginación que presupuesto. Este es el caso. Lo está haciendo una escuela de taller poco a poco. Tienen un arduo trabajo por delante...

Las vistas que uno tiene al llegar allí son de película. La Mancha no es una planicie vacía y yerma, sino que se salpica a su antojo de pequeñas formaciones rocosas, aprovechadas al máximo por los agricultores para que la tierra mane el preciado petróleo que tiene a bien darnos todos los años. Precisamente ésta es la época en la cual, se extrae ese oro líquido. Nosotros lo llamamos aceite de oliva.


Según reza un cartel justo a la entrada del castillo, tuvo varios moradores a lo largo de lo siglos. Lo últimos, que se tenga constancia, fueron las tropas republicanas en su afán de defender el estado de derecho (ese que ahora está tan de moda), que las tropas franquistas decidieron tomar por la fuerza.


Ahora reina el silencio, sólo un continuo e incómodo viento, que deja la piel helada es capaz de subir ahí arriba para sacarte de tu silencio. No comparto con nadie mis pensamientos. Nadie los va a escuchar. No voy a valorar lo impresionante de la roca sobre la que se asienta la contrucción. No merece la pena. Mis palabras se las llevará el viento. Total, ni son tan especiales ni tan profundas.



Ahora toca volver a casa. Bajo a por la moto, que ahora arranca con más alegría. Me abrocho el casco, me enfundo mis guantes y me ajusto bien la chaqueta para que el gélido invierno manchego no me hiele los huesos. Me espera el retorno a casa, para dejar a mi Rocinante en su garaje y colgar mi disfraz de Quijote en el armario. Soy (me creo) la versión moderna del tan conocido personaje de Miguel de Cervantes. Los gigantes que veía el hidalgo caballero están dentro de mi. No hace falta que un orondo Sancho Panza me avise de que son imaginaciones mías. Demasiado bien lo se. No hay nada peor en esta vida que estar más cerca de la locura que de la cordura y ser plenamente consciente de ello.


Si queréis más información del castillo, aquí y aquí podéis obtenerla.