martes, 1 de febrero de 2011

El martirio de la coherencia

Sin que sirva como precedente, voy a utilizar como hilo argumental una frase dicha por Juan Pablo II, el penúltimo papa (por el momento) de la iglesia católica. No voy a ponerme del lado de una organización que como poco, han encubierto durante años a los mayores pederastas de este mundo. No voy a entrar a hablar del oscurantismo que rodea su historia, la Inquisición, su apego al poder como modo de dominación o la falsedad que demuestran mientras piden limosnas y a la vez almacenan los mayores tesoros de este planeta en sus "Museos Vaticanos". No, no voy a hablar de ellos...

Decidía este personaje: "el martirio del siglo XXI es la coherencia". Y me veo en la obligación de darle la razón. Todos a diario, nos vemos en la encruzijada de defender nuestras creencias. No hablo de grandes temas trascendentales (religión, política, etc). Hablo de pequeñas conversaciones donde a veces por conveniencia, otras por educación, otras por desidia, nos vemos obligados a dar nuestro brazo a torcer. Me gusta definir nuestras acciones con el siguiente diagrama:

Diagrama 1


Lo básico del diagrama, no deja lugar a dudas... la teoría dice, que de todo lo que pensamos, una parte se ve reflejada en lo que hablamos y sólo una pequeña parte de todo esto, ha de regular nuestras acciones. Aquí se puede observar que no todo lo que uno piensa, ha de salir por nuestra boca. Ni que todo lo que uno dice, ha de hacerse. Pero lo que SI está claro, es que nuestras acciones han de basarse completamente en nuestro discurso y que éste, deriva directamente de nuestro ideario. Sencillo, ¿verdad? Vale, pero esto es una pura patraña... No conozco a nadie capaz de vivir tan arrajatabla su vida... De ahí mi convencimiento en lo que decía anteriomente: "el martirio del siglo XXI es la coherencia". Más bien, el diagrama expuesto anteriormente se desarrolla de la siguiente manera:

Diagrama 2

Este diagrama sí que me parece más real. ¿Qué quiere decir? Pues que nuestras acciones, nuestras palabras y nuestros pensamientos parecen hijos de diferentes padres... No siempre es así, esto me gustaría remarcarlo, pero hay días que llego a casa con esta sensación. Si mi discurso es uno determinado, ¿por qué acabo haciendo otra cosa? ¿cuantas veces no hemos sido capaces llevar a cabo lo que predicamos?. O bien, ante una discusión determinada, no somos capaces de defender nuestras ideas, bien sea por miedo a que la sociedad no las acepte, o bien, porque en el ambiente donde se exponen, no quiere oirnos decir "según qué cosas"... La zona marcada en rojo, es la zona ideal... ese punto donde nuestras acciones, nuestras palabras y nuestro pensamiento se entrelazan y consiguen expresarse de manera única. Como el propio diagrama explica es una zona pequeña, pues pocas veces se da... ¿verdad?

Desde luego esta es mi forma de verlo. No siempre el Diagrama 2 es el que prevalece. Todos los días me levanto con el firme propósito de hacer mío el Diagrama 1 y poder tener la cabeza bien alta mientras defiendo lo que yo creo que es mi forma de ver la vida. No os digo que sea la mejor. No es la más inteligente, ni siquiera la más útil. Es la que tras 31 años de educación continua, experiencias acumuladas y batacazos más o menos sonados, he llegado a desarrollar. Lo bueno, es que (creo) sigue en continua evolución. No es falta de madurez. Al contrario, yo lo veo como la única forma de avanzar y adaptarse. Mi vida de los 31 se parece poco a la que llevaba con 15 y distará de la que lleve con 45. Y me tengo que adaptar.

¿Y vosotros/as? ¿Lleváis a cabo el Diagrama 1 o el Diagrama 2? ¿O tal vez otro? Me gusta imaginar de vez en cuando, en lo que Juan Pablo II pensaba cuando se lamentaba de su lucha por mantener su propia coherencia...

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